MASQUERADE ~Historia propia~

Como cada tarde, ataron mis manos a mi espalda y me condujeron por el pasillo. Mis piernas se movían solas, estaba ya demasiado acostumbrado a ese paseo. Al llegar a la sala uno de los guardias entró conmigo, me sentó en la silla y procedió a desatarme las manos. Tras ello salió por la puerta. Me quedé allí, en la sala, contemplándolo todo a mí alrededor y percatándome de que no había ningún cambio. La vieja mesa de metal polvorienta, las dos sillas de madera, una a cada lado de la mesa; y esa lámpara que solo llegaba a iluminar estos objetos y que además cada vez le dolían más los años. Siguiendo el protocolo de las veces anteriores la puerta volvió a abrirse y entró un hombre trajeado, de estatura media, gafas y el pelo un tanto alborotado. Se acerco a la otra silla que quedaba vacía, y tras posar los libros que cargaba se sentó.
-Veo que hoy estás alegre, ¿cuál es la razón de esa sonrisa?
Ciertamente siempre mi rostro no mostraba ningún sentimiento ni nada podía alterarlo, pero hoy era un día especial.
-Es porque hoy es un gran día para mí, es mi cumpleaños.
-¿Tu cumpleaños? –entonces abrió uno de los libros y tras acomodarse las gafas y mirarlo bien prosiguió hablando con una risa- Pues para mi que estar encerrado aquí te hace tener fallos en la memoria, tú naciste el…
-9 de Septiembre, lo sé, pero es que yo no me refiero a ese aniversario… además de que dudo que alguien felicitase a un asesino por el día en que nació, sería un acto muy despiadado.
-Sin duda, un insulto a todas las personas a las que mato. Entonces, explícame, ¿de qué aniversario hablas?
-Hoy es el día en que la conocí… aquella que sería mi primera víctima… la chica que despertó el demonio que yace en mi interior.
El hombre de repente comenzó a aplaudir y a reírse tirando la cabeza hacia atrás.
-¡Bravo muchacho! ¡Bravísimo! Por fin comienzas a hablarme de los acontecimientos pasados. Poco a poco te estás abriendo.
Solté una leve carcajada.
-La verdad es que sí, supongo que he tardado más que otros reclusos, pero al final como todos, he cedido.
-Bueno, bueno, no vamos a ponernos a hablar de los métodos por los cuales os dejáis llevar y contáis vuestras experiencias… centrémonos en lo que ibas a contarme. Quiero saberlo todo, conocerte mejor, y saber el por qué de lo que hiciste.
-No creo que nos dé la hora que tenemos como para que le resuma mi carrera artística –comencé a reírme- y menos si la va a querer con todos los detalles.
-Bueno, poco a poco, que en capítulos todo es más divertido. Primero cuéntame lo de esa chica. ¿Cómo la conociste? Y sobre todo, ¿qué te llevo a tales actos?
-Muy bien… será un poco largo, espero que no se me duerma.
Cerré mis ojos…

El frío de Enero cubría el parque con una blanca nieve. Recuerdo que me quedaba mirando las huellas que dejaba al caminar, y que en ese momento pensé que era el único ser existente en el mundo, pero al mirar a uno de los bancos del parque pude verla. Una joven de pelo largo, oscuro como el ébano, que observaba la nieve caer mientras escuchaba música. Quizá fuera el frío, que paralizo la sangre que corría por mis venas, o quizá el sentirme comprendido y no ser el único que observaba la pura y blanca nieve… pero en realidad, aquello que de verdad me llamó la atención de ella fue como su blanquecina piel asomaba de entre los ropajes negros. Parecía hecha de nieve. Sentí un impulso de acercarme a ella, y le hice caso. Poco a poco entable conversación con ella, claramente, siempre comportándome como un joven normal, uno más de los que viven en este mundo… un pez más en el mar, aunque en realidad yo fuera un tiburón. Al final se levantó y me dijo que si la quería volver a ver que me pasara por el bar H, que daría un concierto allí con su grupo. ¿Cómo llego a decirme eso? Me hice pasar por un interesado y amante de la música, algo fácil para quien esconde su faceta ante todo el mundo. Tras aquello la seguí con la mirada hasta perderla de vista en el horizonte. No me fui inmediatamente. Comencé a reírme mientras miraba sus huellas en la nieve.
Cuando llego el día acordado, y sin poder quitarme de la cabeza, ya no solo su blanquecina piel, sino, su voz, tomé rumbo hacia el bar. Al llegar había más gente de la que esperaba, puesto que era un grupo desconocido, y no podía creer que conocieran a tanta gente. Me senté en la barra y pedí una copa con hielo, a la que solo le pegue unos pocos tragos y me decidí por darle vueltas con el dedo índice a los hielos. Cuando vi que comenzaban a subir al escenario me aparté de la barra y me acerque más al grupo de gente que iba a mirar el espectáculo. Cuando comenzó la canción, ni me llamo la atención, la verdad es que no me gustan los grupos de Rock, prefiero música más relajante… pero todo cambió cuando ella comenzó a cantar. Una voz tan dulce como la de un ángel. No quiero que pienses que soy un romántico, no fue precisamente el deseo de seguir escuchando esa voz lo que me impulso a quedarme, sino, mi propio deseo de transformar esa voz… dejar de oírla cantar para que sacara todo el dolor de su interior en un grito de agonía… al ángel se le quebraron las alas. Tras los 5 primeros minutos salí de allí sin mirar a atrás y con el paso firme, no podía contener la alegría en el pecho, el deseo, que se me desbordaba en carcajadas, las cuales intentaba reprimir tapándome la cara con la mano. Quería transformar la dulce blanca piel con el color calido de la sangre mientras la escuchaba cantar una canción de agonía. Que solo yo escuchase, sus últimas notas.
Tras aquella noche no volví a hablar con ella, no me acerque mas de verdad a buscarla… pero me convertí en su sombra, en la huella de sus pies al caminar por la nieve. Seguí sus pasos y la observe, incluso aunque las fuerzas me fallaran. El propio deseo de mi sueño macabro era la energía necesaria para moverme, sabiendo que si no lo cumplía me volvería loco. Es extraño, mi sentido de la locura es el de aquel que no cumple los sueños, mientras que el de la sociedad se rige más por la moralidad. Así fue como pude por fin saciar mis ansias.
La luna asomaba alumbrando el paisaje blanco entre las nubes. Escondido y nervioso esperé, con las manos temblorosas, escondiendo la luz de un mal desgarrador. En cuanto estuvo a mi lado, la tome por la espalda de la boca y la tire conmigo al suelo, cayendo yo sobre la nieve y ella encima de mí. Antes de que pudiera gritar el tape la boca y comencé a hablarle.
-Tranquila, relájate, no pasa nada.
Ella todavía alterada e intentando que le soltara las muñecas no dijo ninguna palabra.
-No debes tener miedo, nos conocemos, solo quiero oírte.
Cuando se relajo le solté y deje que se sentara.
-Eres el chico de aquel día, con el que me paré a hablar mientras nevaba.
-Si, pensé que no te acordarías, y siento que fuera de esta forma tan brusca la que te he parado, es que si un hombre te sale de la sombra es posible que eches a correr.
Ella río y yo no pude contener una sonrisa. Arrastrándome por la fría nieve me acerqué a la bolsa que había dejado en el suelo y tomé de ella dos bebidas, ofreciéndole una a ella.
-Para la voz de mis sueños.
Bebió, y yo no dejaba de mirar como corría la bebida al pasar por su garganta. Entonces, cayó al suelo.
Cuando volvió a abrir los ojos intentaba moverse pero le era incapaz, e incluso ni podía dejar lanzar su voz al viento. Yo, postrado en el suelo me levante sacudiéndome la nieve de la ropa.
-No te aceleres, no es lo mejor que puedes hacer, tampoco me gustaría que me jodieras el momento perfecto para la canción.
Comenzaba a sacudirse con más fuerza intentando romper las cuerdas que la ataban. Tanto escándalo comenzaba a irritarme, odio a las personas que se alteran ante situaciones que le sobrepasan. Me abalance sobre ella y agarre su cara por el mentón.
-¡Quieres calmarte! Cuanto mas tranquila estés esto acabara antes, no quiero que te canses para tu gran solo.
Una lágrima comenzó a brillar por su mejilla, a la cual no pude resistir la tentación de hacerla mía. Entonces apoyé mi mano izquierda sobre su pecho, e hice que el brillo de la dama muerte asomara por la derecha. Sus ojos se ahogaron en lágrimas. Lentamente acerqué mí frente a la suya y cuando pude sentir el frío de su piel comencé a quitarle el vendaje de la boca. Estaba nervioso, se me notaba en la respiración, solo quedaban segundos para cumplir mi sueño.
-Ahora… canta para mí…
El cuchillo penetró con el filo hacia arriba en el estomago… entonces pude oír la canción mas bella del mundo. No me hacía falta abrir los ojos para ver la cara de desgarro que tenía, simplemente el tono y la vibración de la voz eran suficientes para ver la imagen que deseaba… como un ángel de alas quebradas y piel blanca caía… y se convertía en nieve. El grito de agonía penetro por mis oídos llegando hasta mi corazón, y este acelero su pulso. Cumplido mi deseo, solo tenía que acabar de escribir el poema. Despegue mi frente de la suya y observe como la roja sangre manchaba de pecado su piel, y comencé a subir el cuchillo hasta dar con las costillas. El resto ya lo sabe, estaba en el informe.
Volví a abrir los ojos y me quede contemplando su cara. Él volvía a mirar los libros que traía consigo y al sacar uno mirándome se levanto las gafas.
-El caso de la joven que encontraron su cuerpo desnudo en la nieve, abierto por el estomago, los muslos y de los hombros a los codos; pero en el cual la cabeza se hallaba colgada de la rama del árbol superior con el corazón dentro del cuello. Ahora alcanzó a comprender un poco más este acto.
-Le enseñaba a la muerte su propio cuerpo… y con el corazón en la garganta, porque era en ese lugar donde de verdad vivía ella.
-Bueno… se nos ha acabado el tiempo, esto es muy interesante la verdad. Nunca nadie había detallado lo que había hecho tan tranquilamente. ¿Volverás a contarme como creaste tus “poemas”?.
-Solo si es usted quien me escucha, e intenta comprender el deseo que hay en ellos.
Sonrío y recogiendo lo de la mesa salió por la puerta, que tras cerrarse volví a quedarme solo, y con el corazón acelerado por recordar aquella emoción. Aún cuando cierro los ojos escucho su cántico de agonía.

Con una gran sonrisa entro por la puerta y me pidió que me dirigiera hacia la mesa para que tomara asiento frente a él. Yo estaba recostado contra una esquina de la sala, mirando un techo tan oscuro y mugriento como tantos familiares dijeron que estaba mi alma y mi corazón. Me levante lentamente y fui hasta la mesa arrastrando mis pies.
-Uhm… hoy el que aquí sonríe es usted Dr.
Se río y limpiando las gafas prosiguió:
-Y como para no estarlo, hoy comenzaremos un nuevo capítulo de tu historia… vamos a desentramar el alma de un poeta y que quiere transmitir con cada metáfora. Sin duda es un mundo apasionante, supongo que para un estudiante de literatura es su parte favorita.
Me senté en la silla y mientras bostezaba me sacudí el pelo un poco.
-Pero antes de empezar, me gustaría que repasásemos algo del caso pasado, es más, ponerte en caso del futuro que tomo la vida robada de la chica.
-¿Se refiere a su entorno?
-Así es, porque su vida no puede cambiar, está bajo tierra, o incinerada, o vete a saber tú, la familia no dio explicaciones.
-Oh, que hijos de puta, se cargaron mi obra de arte, con lo que me costó hacerla –reí- pero es lo que tiene, sin no son más que unos ciegos en potencia y unos estúpidos impotentes al arte humano, no se puede esperar nada más de ellos.
-¿Ciegos en potencia y estúpidos impotentes al arte humano? Dios, que concepción tan oscura de las personas –mientras comenzaba a apuntar en la libreta-, puedes describir porque piensas así.
Cualquiera pensaría que porque no en vez de escribirlo, simplemente sacaba una grabadora y se ahorraba el trabajo. Era simple, él mantenía la teoría de que hasta la voz influye de forma exagerada en una narración, por ello, para elaborar una teoría que presentar ante un superior, si se elimina esto, queda más limpio. Algo que él llamaba “eliminar el factor humano”.
-Como decirlo… una persona que ve muerta a otra que quiere se entristece, o siente aversión ante esa imagen, siente aquello que se llaman sentimientos. Esas personas que se dejan llevar por estos sentimientos y no pueden ver más allá del acto es que están ciegos a lo que el artista quiere transmitir, y en este caso, no tiendo a más que decir que están ciegos, algo que puede pasarle a cualquiera. Ahora bien, sí estas personas no guardan ninguna relación con el afectado, y aún así, son incapaces de mirar el acto y para colmo, solo sueltan acusaciones de anti moralidad, son aquellos que rechazan el hecho porque les produce grima verlo, o simplemente no creen que este bien. A estos sí hay que insultarlos, como he hecho, puesto que, tienden a juzgar sin ninguna relación sentimental hacia quien padece el acto, por tanto, sin paredes emocionales, pueden intentar buscar comprender al autor, y aunque no les guste su concepción, pasar de ello… pero no, no se sienten a gusto ni intentándolo. De ahí su estupidez y su impotencia ante el arte humano, o comúnmente denominado asesinato… aunque claro, eso depende del autor.
Mientras hablaba, en ningún momento cambió la expresión de su cara, ni su cuerpo represento ningún escalofrío, era un hombre frío, debía serlo si quería hablar conmigo, sabía que cualquier insinuación de rechazo hacia mis palabras acabaría con el juego, y volvería a ser todo como antes. Levantó la vista de la hoja y golpeó repetidamente la mesa con los dedos, luego, con una sonrisa, rebuscó en su maleta sacando unos papeles.
-Veamos, ¿qué puedes recordar de tu “materia prima”?
-Ringo Urashima, de 21 años de edad. Vivía con su madre, ya que estaba separada de su padre, y su hermano menor de 14 años, aunque el ambiente en su casa no era muy agradable. Salía con un chico 4 años mayor que ella… ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Tetsunosuke, el apellido no consigo recordarlo, y como dejé claro, tenía 25 años. Su idea principal era, cuando encontrara trabajo o lo del grupo le saliera bien, que al parecer iba viento en popa, irse a vivir con él. Cantante del grupo “Twisted Maple Trees”, de rock sinfónico, que como ya dije, no me atraía demasiado. Le encantaba escuchar música al aire libre, y aunque parecía tan dulce cuando cantaba o cuando la veías por la calle, era, según decía Tesunosuke, una verdadera fiera en la cama –comencé a reírme-, y me lo confeso él cuando lo puse borracho, hay gente de lengua muy fina. Estudiaba literatura en la universidad… así que, supongo que debería sentirse orgullosa de transformarse en “poesía”.
Volvió a acomodarse las gafas mientras ponía cara de sorpresa.
-Eso es un estudio de la víctima y no la mierda que hacen los forenses. Muy bien, pues ahora prepárate a saber cómo ha evolucionado su núcleo de relaciones. Su madre, Aiko Urashima…
Lo interrumpí de repente alzando el dedo y con la mano estirada al frente.
-¿Urashima? Eso quiere decir, que ha vuelto con el padre, supongo.
-Sí, así es, al parecer tras la muerte de Ringo se unieron para darse apoyo mutuo y volvieron a tener el núcleo familiar –con tono sarcástico-, rompiendo reconstruiste una familia, felicidades –comenzó a reírse-. Bien, de su hermano he de decirte que ha crecido y en cierto modo parece que seguirá la carrera de la hermana, el año que viene entra en la universidad. De Tetsunosuke pues, como todo joven, pasó una etapa de depresión, pero volvió con otra joven… aunque esta lo denunció por violencia de género, fue procesado, y condenado a 10 años, ya que se le junto con otras cosas que se descubrieron. Por último, el grupo “Twisted Maple Trees” tras la muerte de su vocalista estrella consiguió gran popularidad, y han sacado ya dos albums de estudio, con los cuales han conseguido una fama más que considerable.
Me tiré hacia atrás en la silla y estire lo máximo que pude mis brazos hacia atrás, destensando los músculos. Luego recogí los papeles sobre la mesa y comencé a verificar lo que decía. Todo era correcto, aunque me pareció gracioso, adjuntaba fotos de todas las personas de las que hablaba ¿se le suele dar esa información a un asesino? Quién sabe.
-Joder, pues menudo cambio ¿no? Su muerto no ha estado tan mal después de todo.
-Eso pensé yo al enterarme del panorama.
Me sorprendió tanto, un psicólogo que se supone que debe ser la moralidad y ética en persona diciendo aquello, parecía sacado de una versión gore de “Alicia en el país de las maravillas”.
-Al parecer, la familia está más unida que nunca –hablaba mientras recogía las cosas de la mesa-, han encerrado a un sexista, y encima su grupo a realzado vuelo y ahora, al menos en nuestro país, son aclamados por la crítica con su música. Quizá deberían condecorarte.
-Hubiera bastado con dejar su cadáver como estaba, que incrustar el corazón y colgar la cabeza del árbol no era tan fácil, además, de que tuve que buscar uno concreto, que me transmitiera un ambiente propicio –bromeé-. Pero bueno, quizá se traumatizaban los niños que por allí jugaban.
-Sí, quién sabe, además, podrían haber acabado usando de balón su cabeza.
Sin duda, no era un psicólogo normal. Comenzó a retirarse y su figura se perdió tras cruzar la puerta. Al darme cuenta había dejado en la mesa dos discos y un reproductor. Los tomé y me volví a la esquina donde antes estaba. Eran los dos albums de “Twisted Maple Trees”, y la verdad es que sonaban bastante bien… pero sin su voz no era lo mismo.